Es una realidad que hoy en día existe muy poca educación en cuanto a la apreciación formal de los perfumes y sobre todo de las materias primas que los componen. En específico nos referimos a la desinformación y prejuicios en torno al uso de materias primas naturales y las hechas por el hombre. Decimos esto último conscientes de que la denominación “sintético” lleva de entrada una connotación negativa, especialmente en esta época donde la valoración de las bondades de la naturaleza, la búsqueda del bienestar y el tener un sentido de propósito son las tendencias en boga.
Lo primero que debe quedar claro es que el uso de materias primas hechas por el hombre fue un requerimiento esencial para el nacimiento de la perfumería moderna.
De hecho, con contadas excepciones, no existen perfumes que sean totalmente naturales o hechos por el hombre. Desde aquel entonces, la cantidad de materias primas hechas por el hombre que están disponibles para la creación de perfumes ha ido en aumento. Esto se debe principalmente a:
Costos sin grandes bandazos a la alza o a la baja. En contraste, aunque los extractos florales son de las materia primas más caras, no se puede decir que mientras más natural sea el perfume es más caro. Por otro lado, existen materias primas hechas por el hombre cuyos altos costos se deben a complejos procesos de fabricación y altos costos de desarrollo.
- Calidad uniforme, independiente de condiciones climáticas, cosechas o movimientos políticos y sociales
- Mayor libertad e innovación artística para el perfumista. Cabe señalar que la paleta disponible para un perfumista es de más de 200 materias primas naturales y más de 2,000 materias primas hechas por el hombre. Esta última cifra sigue creciendo año con año.
Uno de los mejores ejemplos de innovación es Chanel No.5, un bouquet de esencias naturales de las flores más elegantes, cuyos aspectos misteriosos y femeninos son exaltados por moléculas sintéticas llamadas aldehídos.
Las materias primas naturales son en sí mezclas de muchos compuestos. Ejemplo de esto son los aromas de la rosa y el jazmín con más de 400 moléculas identificadas hasta ahora. De hecho, mucho del empuje inicial por desarrollar moléculas nuevas fue con el fin de lograr efectos “naturales” no alcanzados por medio de extracciones o destilaciones (muguet, violeta, notas frutales, cuero, paja recién cortada, etc.). El olor de las materias primas naturales parece ser más redondeado y “completo” precisamente por ser mezclas de componentes a veces muy diferentes entre sí. Sin embargo, así como el impresionismo y el expresionismo en la pintura, mediante los ingredientes hechos por el hombre, la perfumería ha buscado resaltar ciertas partes de un modelo olfativo dejando otros atrás. Ejemplo de ésto es cuando se resaltan del jazmín las frescas notas del té o sus aspectos frutales o animálicos. Asimismo, mediante los ingredientes hechos por el hombre se le puede dar redondez a una fragancia al evitar cantos o aristas que provienen de la utilización de elementos olfativos contrastantes. De las moléculas existentes hechas por el hombre, alrededor de dos terceras partes están contenidas en extractos y aceites naturales y son idénticas a las moléculas naturales. La otra tercera parte son en su mayoría moléculas que están estructuralmente muy emparentadas con muchas sustancias naturales. Es importante señalar que tanto las materias primas naturales como las hechas por el hombre tienen que pasar por estrictas pruebas de inocuidad en piel, salud y ecológicas. Los ingredientes naturales no son más seguros que los hechos por el hombre y, de hecho, en las listas de la IFRA existen productos naturales prohibidos o restringidos, o bien, fungen como alergenos. Por el contrario, muchas veces las materias primas sintéticas son más seguras por estar producidas bajo estándares de calidad exactos.
En resumen, existen factores de practicidad, arte olfativo y éticos que influyen en la utilización de materias primas naturales o hechas por el hombre.
Al final, lo verdaderamente importante es tener un balance adecuado que permita hacer llegar al usuario fragancias maravillosas que contribuyan a que éste disfrute más de la vida a través del sentido del olfato.